viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo cuatro. La tienda.

Mis ojos iban de un lado a otro de la tienda con curiosidad. Miles de ojos me devolvían la mirada y me seguían por la tienda.
  -Tenemos gatos, sapos y lechuzas de todo tipo para los alumnos. Necesitan tener un buen amigo allí, reconozco que siempre es bueno tener a alguien haciendo compañía mientras estas estudiando o sólo en las habitaciones...-la señora de la tienda de animales hablaba con mi padre y el señor Crowlen mientras que mamá y Ben esperaban en la puerta.
Mama odiaba el olor de animales y estaba claro que aquí no olía precisamente a rosas. No soportaba ese olor, aún habiendo vivido años y años con animales en casa... Bueno no estaban en casa, sino en los terrenos de nuestra casa, pero aún así odiaba el olor a todo tipo de animales. Por ello ninguno de nuestros perros entró nunca a casa.
Camine entre las jaulas llenas de animales silenciosos o ruidosos que no paraban de mirarme.
La señora de la tienda llevó a mi padre y al señor Crowlen a mirar varios tipos de gatos y lechuzas.
Los gatos no me gustaban demasiado y las lechuzas... No tenía ganas de tener una.
Así que camine entre las jaulas evitando a la dependienta. Seguro que encontraba más buscando por mi cuenta. Estaba claro que ella esperaba que quisiera algún tipo de gato.
Había cientos de seres extraños y desconocidos, de formas grotescas o muy suaves, con grandes, pequeños o demasiados ojos. Con pelaje, plumas, escamas... Era un verdadero circo.
Junto al mostrador había una jaula. Era bastante grande y dentro de ella había lo que parecía una cámada de hurones.
Eran diez pequeños hurones negros y blancos que jugaban entre ellos y se peleaban por la comida.
Eran bastante pequeños, debían de ser cachorros.
Observé a aquellos animalillos tan graciosos que jugaban entre ellos, pero nada más verme, se pusieron uno a uno en fila apoyados en la jaula con miradas inocentes.
Eran tan dulces y bonitos que...
De repente mi mirada se centro en un pequeño huron. Mucho más pequeño que sus hermanos.
Era el único completamente blanco a excepción de una mancha negra en forma de gota a la altura del cuello.
Era la mitad de grande que sus hermanos y no tomo interés en acercarse a la reja como ellos. Fue hacia el cuenco de comida y se puso a comer a toda velocidad.
Había visto esto otras veces en la tele. Cuando el hermano débil y menor era rechazado por sus hermanos por ser más pequeño y débil, era expulsado y pocas veces le dejaban comer.
  -Veo que te han gustado los hurones. Por lo general a los niños os resulta aburridos o simplemente no os interesais por ellos. ¿Te gustaría cómprate uno?-pregunto la dependienta asomandose por encima de mi hombro para observar a los hurones.
  -Me gustan más que los gatos-admiti mirando a mi padre y a mi madre que se había acercado un poco-¿Puedo? Ya sabéis que los gatos me ponen nerviosa y además todas las chicas tendrán-dije con una pequeña sonrisa.
Mi padre miro a mi madre, que suspiro y rondo los ojos dando su consentimiento. Sonrei ampliamente.
  -Está bien pequeña, ¿Cual quieres?-Pregunto la señora de la tienda.
Observé a los hurones que se exibian como pavos reales.
Mis ojos calleron sobre uno con pelaje color chocolate y ojos marrones. Era tan bonito y tan...
Unos ojos azules apagados se clavaron en mi.
El huron pequeño... Era tan pequeño, débil y a la vez tan... Dulce.
Me recordo a mi misma. Siempre tan pequeña y débil ante todos los demás más grandes y fuertes que yo...
  -El huron pequeño. El de la mancha negra en el lomo-dije rápidamente.
La señora de la tienda dudo al coger al huron.
  - ¿Este? ¡Pero sí es el más pequeño! La verdad no tengo ni idea de como sigue todavía vivo... Menos mal de que de vez en cuando le doy de comer que sino el pobre ya habría muerto. Sus hermanos le han rechazado. Además es muy lento y parado...-comenzó a informar mientras lo cogía.
Me eché a reír cuando lo cogió entre su manos cubiertas por guantes y me acercaba al pequeño animalito.
  -Creía que para vender hay que alagar el producto, no despreciarlo-dije con amabilidad y con delicadeza alcé un dedo para acariciar al huron-Eres una monada ¿lo sabías?-dije con ternura.
El pequeño huron estaba asustado.
Temblaba. Por ello levanto la cabeza lentamente y olisqueo mi dedo ligeramente.
Después sacó una pequeña lenguita rosa y lamio mi mano.
Me hacia cosquillas en los dedos, por eso me eche a reír. El animal cogió confianza y dejó que le tocara.
  - ¡Vaya! Esto es estupendo, no le había visto dejar que nadie lo tocara hasta ahora. Apenas me dejaba a mi.. supongo que en ese caso te lo llevaras-dijo la dependienta y se alejo ligeramente de mi.
El huron se revolvió entre sus brazos haciendo que la señora pegara un brinco, pero el huron sólo salto de sus brazos a los mios.
Clavo las uñas en mi chaqueta y me clavo sus ojos azul claro con pena.
Me eché a reír y abrace al pequeño animalito para que no se cayera.
  - Tienes que tener más cuidado pequeño-dije entre risas y coloque mejor al huron entre mis brazos-Es un macho, ¿Verdad?
La señora de la tienda asintio mientras vigilaba al huron con precaución.
  -Sí, es un macho-confirmó con el ceño algo fruncido.
  - Entonces... Te llamarte Nuts-dije acariciando su hocico.
  - ¿Nuts? ¿Nueces? ¿En serio?-Pregunto mi padre con una gran sonrisa.
Fruncí el ceño, ofendida.
  -Es un nombre muy bonito ¿De a cuerdo? Lo único que te pasa es que te molesta que tenga una mascota tan bonita-le especte.
Papa se echo a reír y me revolvio el pelo.
  -Lo que tú digas renacuaja-dijo con dulzura.
Le saqué la lengua y seguí acariciando a Nuts mientras papá pagaba a la dependienta y nos explicaba un poco como cuidar a Nuts. Tenía una dieta algo diferente a la de un huron normal, ya que este había sido cruzado en un pasado con un... La verdad es que no recordaria ese nombre en mi vida. Seguro que era algún tipo de animal mágico. Aún así, estaba muy encariñada con aquel huron y estaba segura de que sería mejor mascota que cualquier gato o lechuza que hubiera en la tienda.
  -muchas gracias por todo-dije despidiendome de la dependienta-despidete de tus hermanitos Nuts-dije en tono ligeramente burlon.
Se que resulta imposible, pero juraria que los hurones nos lanzaron una mirada de odio en toda regla mientras nos íbamos.
  -Ahora Nuts, vas a conocer tu nuevo hogar-dije con dulzura arropandole entre mis brazos-espero que te guste.

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